Cuando se habla de salud mental, parece que se quisiera separar lo inseparable. Es necesario efectuar un abordaje que involucre al ser humano como entidad total. Bunge dice al respecto que "lo que hace que el hombre y la mujer sean humanos es un sistema funcional completo, de propiedades biológicas, psicológicas y sociales que no podemos comprender independientemente unas de otras". El concepto de salud mental no solamente es un concepto que involucra una globalidad, una integralidad, sino que también "implica juicios de valor y depende de lo que la gente espera de la vida.
Tradicionalmente, los enfoque de salud mental, de salud, han destacado el daño, la disfunción, la alteración y de la transgresión y no se han ocupado de igual manera de la alegría, la calidad, el placer de vivir. Es decir, estos enfoque han estado más enfocados en el trastorno que en la armonía. La ausencia de salud^ activaba los mecanismos existentes.
Las mujeres como gestoras de grandes cambios en la familia, en la maternidad, la pareja, aptitudes laborales, han logrado que se revisen conceptos, definiciones, pautas, comportamientos. Dice Ladi Lodoño en relación a la no aceptación de continuar siendo chivos expiatorios o a sentir culpas por fracasos o insatisfacciones de otros, que "A medida que las mujeres nos permitimos ser, cambiamos las expectativas sobre lo que debemos ser".
El concepto de salud mental implica "juicios de Valor y depende de lo que la gente espera de la vida".
La teoría de que la violencia es un comportamiento aprendido y cíclico ha sido perpetuada por la sabiduría popular y por los testimonios personales. Sin embargo, varios autores han cuestionado su validez, desestimando los estudios que avalan esta posición.
Se habla de la no representatividad de los trabajos y estudios realizados, la falta de datos empíricos y que la información que se maneja es de tipo testimonial y anecdótica.
Una consultoría de Naciones Unidas realizada en 1987 sobre la Violencia contra la Mujer dentro de la Familia, fue publicada en 1989 por el Centro para el Desarrollo Social y Asuntos Humanitarios de la Oficina de Viena. En dicho informe, se insiste sobre la ausencia de estudios relevantes sobre violencia doméstica, enfatizando un aspecto que resulta de interés para este planteamiento: señala que uno de cada tres cónyuges agresores sufrieron agresión ellos, pero esto deja claro que la mayoría, es decir, dos de cada tres no provienen de hogares violentos.